miércoles, 4 de marzo de 2015

1847 El segundo año de la gran hambruna

En la línea política trazada el año anterior por el alcalde Antonio J. Ponce Ponce, en la sesión del 20 de mayo de este año, otro acuerdo más singular: «Ante oficio del Primer Inspector de Contribuciones de esta Ysla. Nicolás Carratalá, del 12 del corriente, se dispuso que por el Sr. Presidente se oficie a dicho Sr. manifestándole que la causa de haber transcurrido los meses vencidos de este año, sin que se hayan cubierto los indicados débitos, ha sido en que la extraordinaria miseria experimentada en esta jurisdicción desde fines del año anterior, ha imposibilitado de tal manera a un gran número de contribuyentes, de toda clase de recursos, sin poderles exigir de manera alguna sus respectivas cuotas».

La hambruna que asoló Arucas desde finales de 1846 y todo este año, terminó por marcar para la historia como “año del hambre”, de muy malas cosechas durante el que algunos se vieron obligados a comer pencas de tuneras, como ya se ha dicho, o tomar infusiones de afrecho. La hambruna fue intensamente padecida por la población más necesitada por su condición de pobres, y en particular los datos de fallecimientos de niños, diezmados por las enfermedades debidas a las desnutrición, dando registros de sesenta niños de hasta los diez años por cada cien finados.
Pintura de Diego Velázquez
Entre otros remedios nos cuentan las crónicas que «El gobernador Eclesiástico, Pedro de la Fuente,  ordenó que se repartiera entre los necesitados, todos los fondos de la Iglesia y de las Hermandades aquí establecidas. El ayuntamiento acordó donar 120 fanegas de trigo y ordenar que en las tahonas se vendiera el pan al costo».

El bienio de 1846 y 1847 fueron dos años de gran hambruna en Arucas como ya se ha descrito, también en Firgas y en muchos otros lugares de las islas. Así lo recogía Agustín Millares Torres como un hecho de singular importancia histórica «1846- 1847. Declaróse de repente un hambre desoladora que hizo perecer en la Gran Canaria más de 3.000 personas, a pesar de la inagotable caridad de sus habitantes». Curiosamente en ese mismo bienio aconteció también la gran hambruna de Irlanda, allí también por el desabastecimiento y pérdidas de las cosechas. En dicha isla fue de tal magnitud que “alimentó” el odio hacia los ingleses y el nacimiento de un profundo sentimiento nacionalista pues provocó la muerte de casi un millón y medio de personas.

También allí hubo derechos torcidos que premiaron con un título de “Sir” al secretario del Tesoro Charles Edward Trevylian que se atrevió a decir «El gran mal al que tenemos que enfrentarnos no es el mal físico del hambre, sino el mal moral del carácter egoísta, perverso y turbulento del pueblo», convirtiendo al pueblo en su su gran enemigo. En Arucas, que sepamos nadie emitió una frase tan degradante, tan perversa. Pero sus actos rigiendo los destinos municipales lo eran sólo preocupándose por sus exclusivos intereses, ignorando y haciendo más invisibles a los que padecían la hambruna.

1 comentario: